
Tras más de dos horas de espera de pie, ante la valla que nos separa del escenario, las luces se apagan. En la pantalla gigante de video empiezan a verse luces, y de golpe se produce la gran explosión: los fuegos artificiales y las primeras notas de start me up hacen hervir la adrenalina de 50.000 espectadores. Tras cuatro años, vuelven los Rolling Stones a Barcelona. Luego siguió Tumbling dice, i después sonaron temas bastante antiguos que hacía mucho tiempo que no tocaban en directo (temas de blues y una versión del fallecido James Brown). Tan solo interpretaron dos temas del disco nuevo (streets of love, con la mejor voz negra viva que existe: Lisa Fischer, y la potentísima rough justice), y mientras sonaban las primeras notas de miss you la plataforma empezó a moverse hacia nosotros. Allí tocaron Honky Tonk women, entre otras. Después, la plataforma volvió a sus sitio original, donde despidieron el concierto con grandes exitos como jumpin' jack flash, Brown sugar y, como no podía ser de otro modo, satisfaction en los bises.
Cuando la gente me pregunta qué es un concierto de los Stones, recuerdo la frase de una seguidora de The Pretenders, teloneros de los sexagenarios rockeros en su anterior visita. Decía "hemos venido a escuchar a los Pretenders y a ver a los Stones". Es cierto, seguramente si siguen juntos es por el espectáculo. El negocio. Pero son el negocio y el espectáculo más grande que se puede ver actualmente en la Tierra. Han pactado con el diablo, es lo único que explica su exito.
It's only rock n' roll, but I like it.
Escuchando - The Rolling Stones: "Biggest mistake"